La detección de la mentira en la historia

Actualmente, los psicólogos forenses tienen encomendada la tarea de realizar peritajes sobre la credibilidad de los testimonios o de las declaraciones que realizan las personas en los diferentes procesos judiciales.

Esta tarea se realiza a partir de entrevistas clínicas, cuestionarios y otros procedimientos. En algunos países, como en Estados Unidos, sigue usándose el polígrafo como forma de detección de mentiras. Incluso se ha utilizado en España como forma de entretenimiento en algunas cadenas de televisión.

Muchos son los estudios que se han realizado sobre esta temática. Pero la detección de la mentira ha preocupado, desde muy antiguo, en igual medida a filósofos, jueces y al hombre de la calle. Desde la antigüedad se han ocupado por buscar aquellas situaciones en las que la mentira pueda quedar demostrada.

Y aquí viene lo curioso de este artículo. Existen múltiples procedimientos que se utilizaban hace siglos para demostrar la verdad y descubrir el engaño.

Según Larson existía tres procedimientos que se han empleado a lo largo de la historia: “la prueba del combate o lid, las ordalías y la tortura”. Estas tres formas son históricamente primitivas. Se apoyaban y se justificaban en la creencia de una intervención de tipo sobrenatural o divino que se manifestaría en favor de la verdad y del sujeto inocente.

El juicio mediante “combate o lid” consistía en que las partes en disputa debían enfrentarse en un combate o duelo, ya fueran ellos mismos o alguien que los representara. Se asumía que el vencedor demostraría con su victoria estar en posesión de la verdad, ya que, según creían, Dios solamente daba la victoria a los inocentes.

En segundo lugar, las “ordalías” (también llamadas juicios de Dios) consistían en someter al sospechoso de engaño a una prueba peligrosa. Si salía indemne de la misma su inocencia quedaría demostrada, ya que las fuerzas divinas o misteriosas actuarían a favor del mantenimiento de la justicia. Solían usarse en casos de brujería y como forma de resolver conflictos sociales.

Algunas ordalías famosas, eran por ejemplo, la “ordalía del hierro al rojo”. Esta práctica se realizaba en la India y se solía obligar al acusado a bañarse mientras realizaban ciertas ceremonias religiosas. Luego se frotaban las manos con salvado y le ponían siete hojas de una higuera (árbol sagrado para los hindúes) sobre las palmas. Éstas se envolvían siete veces son seda y entonces el acusado debía asir un hierro de cierto peso al rojo vivo y tenía que andar trazando siete círculos. Cada uno tenía que ser mayor que el anterior. Si al terminar no tenía ninguna quemadura en sus manos entonces se consideraba inocente.

También era común la “ordalía del agua hirviendo”, la cual consistía en que el acusado debería ser capaz de superar ileso las altas temperaturas que pudieran quemar su cuerpo. La creencia que tenían era que Dios evitaría que el inocente se quemase, demostrando así su inocencia.

La “ordalía del agua roja” consistía en que el acusado tenía que guardar ayuno durante 12 horas. Posteriormente ingería una pequeña cantidad de arroz y luego bebía una gran cantidad de agua (4 o 5 litros) enrojecida por una corteza. Si la persona vomitaba expulsando todo el arroz su inocencia quedaba demostrada. En cambio, si la persona no vomitaba el arroz o la infusión actuaba de manera laxante, era condenado.

El tercer procedimiento, como hemos dicho, era la “tortura”. Aún hoy, se encuentra vigente el uso de la tortura en tiempos de guerra e incluso en ciertos países. Según Amnistía Internacional se sigue utilizando en la actualidad, en muchos casos para obtener información de sospechosos sobre crímenes o acciones contra el partido político que están en el poder.

Sin duda alguna, la tortura es, históricamente hablando, uno de los métodos más antiguos que han existido para la detección de la culpabilidad y la obtención de una confesión.

Otros autores mencionan otros procedimientos de detección de mentira en la antigüedad, pero la base suele ser la misma. Así, se realizaban combates judiciales (Trial by Combat) entre las partes litigantes para determinar quién mentía. Cada parte elegía a un contrincante, que en base a su fuerza impondría su derecho sobre el vencido.

Resulta curioso comentar que en China, hace ya varios miles de años, utilizaban el “Trial by Ordeal” basándose en el principio de que el miedo a ser descubierto provocaba la paralización de la función salivar y obligaban a los sospechosos a masticar. Después tenían que escupir o tragar productos muy secos (como el pan o el polvo de arroz), si lo escupían húmedos o se lo tragaban se declaraba que eran inocentes.

Siguiendo con el tema del miedo, los normandos estaban convencidos de que el miedo provocaba enfermedades y en sus juicios obligaban a las partes en litigio a coger objetos depositados en el fondo de un recipiente con agua hirviendo, los dos sufrían quemaduras, pero solo los que mentían se les infectaban las heridas (según ellos).

Pero el método más curioso, a mi parecer, es el que se utilizaba en la India, el “Burro Sagrado”. El sospechoso tenía que tirar del rabo de un burro, si éste rebuznaba es que era culpable y en caso de silencio se les consideraba inocentes. El juicio no se basaba en si el burro rebuznaba o no, sino en la marca que dejaría el rabo del asno en las manos del individuo, ya que éste estaba impregnado de una sustancia que quedaría adherida en la mano del inocente (por lo que entonces, se creía, que no podría dar el tirón al rabo del burro).

Ahora ya conocéis algunos de los procedimientos que se han utilizando a lo largo de la historia para comprobar la credibilidad de las declaraciones, algunos un tanto curiosos y otros bastante graciosos. Próximamente os hablaremos sobre las técnicas utilizadas en la actualidad en psicología forense para este objetivo.

Mª Pilar Ferre Ribera