El suicidio, como sabemos, es el acto de acabar deliberadamente con la propia vida. Es un mecanismo de defensa para algunas personas, es la manera en la que buscan alejarse de una situación que les causa dolor y mucha tristeza. En ocasiones, simplemente desean desaparecer. Son múltiples los factores por los que un individuo busca refugiarse en la autodestrucción. Hace unas semanas hablábamos de la gran correlación (94%) que existe entre diferentes trastornos mentales, en especial la depresión, y el comportamiento suicida o el suicidio (ver artículo trastornos mentales y suicidio).
A lo largo de nuestras vidas hemos oído hablar mucho del suicidio e incluso conocemos a varias personas que se han intentado suicidar y/o finalmente lo han conseguido. Pero como en muchas ocasiones, no llegamos a ver el alcance del fenómeno hasta que no echamos un vistazo a las estadísticas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un millón de personas se suicida al año en todo el mundo. En Estados Unidos es la octava forma de morir. En Europa las tasas más altas de suicidios las encontramos en Finlandia, Francia y Bélgica, en cambio, España tiene una de las tasas más bajas de la Unión Europea.
Podríamos ocupar todo el artículo sobre estadísticas de suicidio, pero éste no es el caso. Aún así, expondré una estadística que me ha parecido muy curiosa y “graciosa” a la par. Teniendo en cuenta el estado civil, los hombres divorciados y viudos ocupan el puesto número uno en cuestión de suicidio, en segundo lugar, encontramos a los hombres solteros y sin hijos y por último, a los casados y con hijos. Con las mujeres ocurre exactamente al contrario, la mayor tasa de suicidios se encuentra en mujeres casadas y con hijos, y la menor con mujeres solteras y sin hijos. Da que pensar… ¿verdad?
Como decíamos, múltiples son los motivos por los que una persona puede querer acabar con su vida y en la mayoría de los casos, los problemas emocionales o los trastornos mentales median entre la persona y el suicidio. Es necesario conocer cierta información si tenemos una persona cercana que creemos que podría estar pensando en autodestruirse o ya lo ha intentado en alguna ocasión.
Una creencia muy extendida es que “la gente que habla de suicidarse no se suicida“. Esta afirmación es parcialmente falsa. Normalmente dejan señales, aunque éstas pueden ser muy sutiles, por tanto, es muy importante estar alerta en este sentido. De cada 10 personas que se suicidan 8 hablan de sus intenciones, por lo que deberemos tomar cada aviso muy enserio.
Otra creencia relacionada con la anterior es que “el suicidio ocurre sin previo aviso“. Como decíamos en el párrafo anterior, los estudios indican que normalmente avisan dejando indicios de sus intenciones.
También se cree que “el suicida tiene completamente claro que quiere morir“. La mayor parte de los suicidas están indecisos sobre vivir o morir y juegan a matarse dejando para otros el que logren salvarlos. Muchos dejan cartas pidiendo ayuda o indicios más o menos difíciles de descifrar pidiendo ayuda. Y como hemos oído en más de alguna ocasión, puede ser que el intento de suicidio se produzca por “llamar la atención”, pero sea por lo que sea, es necesario estar alerta, ya que en múltiples ocasiones esta llamada de atención ha terminado en tragedia.
La creencia que creo que está más vigente en nuestra sociedad es que “una persona que se intenta suicidar lo intentará en el futuro hasta que lo consiga“. Muchas personas que desean matarse a sí mismos, después del intento de suicidio, desean vivir. La experiencia es tan nefasta y dolorosa para ellos, que algunos no lo vuelven a intentar. Afortunadamente los deseos de autodestrucción están limitados a un período de tiempo.
Por último, y no por ello menos importante, abordamos la creencia de que “la mejora que sigue a un intento de suicidio o la mejora que se produce los primeros meses como consecuencia de un tratamiento médico o psicológico para la depresión aleja el riesgo del suicidio“. Es muy importante que tengáis claro este punto, es totalmente falso y más bien ocurre al contrario. Gran parte de los suicidios ocurren en los dos meses posteriores al comienzo de la mejora producida por el tratamiento, ya que el individuo tiene la energía suficiente para llevar a cabo el intento de suicidio. Por tanto, tenemos que estar alerta y no dejar a la persona sola aunque creemos que esté mejor.
Éstas son algunas de las creencias más extendidas y la explicación de cómo ocurre realmente. El objetivo es prevenir que se den estas conductas siempre desde la información. Aún así, como siempre digo, si nosotros mismos estamos sufriendo y tenemos pensamientos suicidas o conocemos a una persona que esté pasando por ese momento, será necesario acudir rápidamente a un profesional.
Mª Pilar Ferre Ribera